sábado, 26 de mayo de 2012

El Regocijo del Contacto con Nuestro Contenedor Sagrado de Carne y Hueso

"El conflicto del hombre moderno surge  de  los valores opuestos entre el yo y el cuerpo.

 El yo está interesado en las realizaciones, el cuerpo en el placer. Si el yo funciona por imágenes, el cuerpo lo hace por sensaciones. 

Cuando las imágenes y las sensaciones coinciden, por  consecuencia se tiene una vida emotivamente sana. 

Cuando en cambio la sensación es reprimida  o subordinada a la imagen del yo, lo que se obtiene es una vida de ilusión y desesperación. 

La ilusión contradice la realidad de la condición del cuerpo, la desesperación elude sus necesidades.

Detrás de cada ilusión está el deseo de libertad y de amor. La persona desesperada busca obtener libertad y amor con la ilusión del poder. En su mente el poder es la clave de la libertad y el amor. Si bien esta ilusión tiene la tarea de sostener el ánimo desesperanzado y perdido, nosotros hemos comprobado que ella contribuye a tener vivos estos sentimientos aún cuando el período critico de la adolescencia ya se ha dejado atrás. 

Para superar la ilusión del poder se deben vivir libertad y amor como reales sensaciones físicas. Esto se obtiene concentrándose sobre las tensiones que el  cuerpo presenta. Cuando se percibe la rigidez del propio cuerpo, se  sabe que no se es libre, a pesar de la rebelión y el desafío. Si se siente que el cuerpo se ha congelado, se comprende que  uno está prisionero, cualquiera sea la situación externa. Si nos volvemos conscientes de que la respiración está inhibida y que la movilidad está reducida, nos damos cuenta de que no estamos en condiciones de amar.

El significado emotivo de la tensión muscular no es comprendido suficientemente a fondo. Los conflictos emotivos infantiles no resueltos se hallan estructurados en el cuerpo como tensiones musculares crónicas, que encarcelan la persona limitando su movilidad y su capacidad de sentir. Estas tensiones que atenazan el cuerpo lo plasman, lo disocian, lo retuercen, deben ser eliminadas antes de alcanzar la libertad interior. Sin esta libertad, es ilusorio creer que se pueda pensar, sentir, actuar y amar libremente.

Cuando nos movemos con sentimiento, nuestro movimiento es agraciado (gracioso o bello) porque es el resultado del flujo de energía que atraviesa el cuerpo. El sentimiento es por lo tanto la clave de la gracia y de la espiritualidad del cuerpo”.

Alexander Lowen

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